Escenas imaginadas

Resumen

Alfredo Aracil une con sus creaciones musicales, considerable actividad en el campo de la promoción cultural. Durante ocho años, de 1994 a 2001, como Director del Festival de Música y Danza Internacional de Granada, desarrolló una serie de programas que, entre otros fines, se esforzaron por crear una síntesis especial entre la obra de arte y el entorno (el lugar , la luz, la escenografía natural) en la que fueron producidas. La Plaza de las Pasiegas, frente a la Catedral, fue el escenario elegido para presentar una innovadora versión escénica de la Atlántida de Manuel de Falla de La Fura dels Baus; los Jardines del Generalife fueron el escenario de varias representaciones de la Flauta Mágica de Mozart interpretadas por Comediants; y, en otro caso, el Palacio de Carlos V se convirtió en el marco de una abrumadora producción del Edipo Rey de Stravinsky de la mano de Frederic Amat.
El espacio, de nuevo, asume una dimensión singular, poco convencional, en algunas de las composiciones musicales de Aracil, no solo en sus óperas y piezas dramáticas, donde ningún lugar real se concretiza jamás en tres dimensiones, sino también en algunas piezas puramente instrumentales donde juega la geometría. Un rol importante. Son siempre escenarios mentales, espacios de la memoria, del conocimiento o de la imaginación. En este artículo se combina una revisión de algunos de los hitos de la etapa de Aracil al frente del Festival de Música y Danza con reflexiones sobre las de sus composiciones en las que la escena juega un papel especialmente destacado: ficciones en escenarios reales, en la primera instancia, y espacios ficticios (o al menos nunca reales), en la segunda.