Alfredo Aracil: estética de la memoria

Resumen

La memoria nos permite situar al ser humano en su propio fluir vital. Nos sitúa temporalmente en el pasado, presente y futuro, nos separa de lo absoluto, nada es fijo, las cosas son como elegimos interpretarlas y transformarlas, viven en tiempos y espacios plurales. Tras su revelación de la memoria, Alfredo Aracil muestra fragmentos de sí mismo, de su época, de otra época, dedicando especial atención a la magnitud de la Memoria. Intensifica las ruinas del pasado; explora y concede nuevas expresiones en el camino hacia el Ahora. La memoria puede ser analítica y racional, pero también poética; ambos son complementarios, no exclusivos. El arte participa principalmente de esta segunda categoría, con la memoria poética interviniendo de la manera más crítica en la ruptura de los límites de la Historia. En realidad, el pasado que se recupera no es historia; son experiencias pasadas, instintos, motivaciones, un retorno una vez más desvinculado de las leyes de su tiempo. Así, vemos en la obra de Alfredo Aracil la práctica oscilante de los estilos, su constante transposición a fronteras y fronteras.