Sobre la exportabilidad del flamenco inconsciente
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exportabilidad del flamenco inconscienteResumen
La praxis simbólica de la afición debe de ser el fundamento de cualquier historia del arte flamenco, como ha demostrado de modo contundente Gerhard Steingress (1993). Steingress mantiene que el cante jondo no fue el producto directo de grupos marginados sino de una subcultura urbana con ambiciones literarias y musicales que se identificaba con tales marginados y orientaba la creatividad en los barrios bajos del sur. Estos aficionados constituyen el "bosque" que muchas veces se hace invisible en las biografías y autobiografías de famosos "árboles". Genio y figura aparte, hasta el artista más carismático "debe su eficacia mágica a la lógica del campo que lo reconoce y lo autoriza" (Bourdieu 1996:169). Durante dos siglos, tanto en el campo de la tauromaquia como en el de la música, los aficionados premiaban los estilos interpretativos que concordaban con su peculiar guión interno y rechazaban los que no, y así iban construyendo identidades taurinas o flamencas que los artistas procuraban emular o personificar de manera creativa (Mitchell 1991, 1994). Dice Antonio Zoido que "El fenómeno 'explota' en cuanto que entre flamencos o toreros y aficionados de ambos se establece una relación casi hegeliana en la que un polo no puede existir plenamente sin el otro" (1998:102). Las categorías estéticas consensuadas eran modificables, pero se modificaban con la misma pasmosa lentitud que caracterizaba la evolución de las relaciones sociales andaluzas en su conjunto. No es atemporal el guión de la afición, el flamenco inconsciente, pero ejemplifica la temporalidad glacial de la longue durée (Vovelle 1990).
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Derechos de autor 2005 Timothy J. Mitchell
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